#EnPortada | EDITORIAL: MAFIA PESQUERA EN YUCATÁN
También existe un negocio millonario de exportación del que pocos hablan por los personajes de altos vuelos que están involucrados, se trata del tráfico de pepino de mar, que se manda ilegalmente a China y deja millones de dólares de ganancias a los traficantes.
Cientos de pepineros han desaparecido en las profundidades del mar, víctimas de una descompresión en el sistema sanguíneo por emerger demasiado rápido a la superficie. Pasan al registro de personas desaparecidas, pero no hay una estadística oficial.
Cooperativas pesqueras vinculadas con personajes políticos resguardan toneladas de esta especie y aprovechan el levantamiento de la veda para vender con documentos y facturas el producto almacenado durante todo el año a precios muy elevados.
Juan Zacarías Solís, primo del alcalde Julián Zacarías Curi, es director de la planta procesadora Zaso Company, una de las empresas que bajo el amparo del poder con mañas, robos, mentiras y negocios sucios tienen el dominio del sector pesquero en el Estado; el otro lado de la moneda empresarios, cooperativas, permisionarios, gremios y dueños de flotas pesqueras, se hacen más millonarios.
Es hora de que se acabe la mentira y la falsedad con la que ha actuado por sus intereses, la "mafia del sector pesquero".
La lucha está en pie para que se termine el monopolio, el cacicazgo, los títulos y derechos entre los grandes empresarios que son los que más daño han hecho al sector acuícola y pesquero en México, cobijados por políticos y funcionarios públicos corruptos que manchan con su estela de ambición y de poder desmedido a dicho sector.
Esto ha pasado por años en Yucatán y pocas familias pueden tener el privilegio de gozar de los beneficios que adquiere ser miembro de la mafia que mueve el sector pesquero.
Y más obvio no puede ser el panorama ya que cuando Víctor Juan Zacarías Solís asume la presidencia de la Canainpesca Yucatán y la Asociación Exportamar, hace que este redituable negocio quede en familia, manteniéndose intocable y con ganancias millonarias, siendo uno más de la mafia de empresarios que tiene controlado el sector acuícola y pesquero en Yucatán.
Por eso, en una reunión realizada en la sala de juntas del Centro Stella Maris, dónde comanda el ex regidor Manolo Sánchez, empresario pesquero de Armadores Pesqueros, quién también se dice, se ha hecho millonario al amparo del poder y de los negocios sucios, fue elegida la nueva directiva de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera y Acuícola en Yucatán y de la Asociación Exportamar Yucatán A.C.
Exporta Mar tiene 35 congeladoras asociadas y 11 armadoras pesqueras, lo cual deja claro que entre estos juegos sucios y los entretejos, más allá de las alianzas político-económicas, el que más sufre y el que menos beneficio obtiene es el pescador.
El nuevo delegado pesquero es primo del actual alcalde Julián Zacarías Curi y hermano del arquitecto Fued Martín Zacarías Solís, quien es suplente del primer edil y actual asesor del Ayuntamiento 2021-2024. Todo queda en familia.
Ya basta de injusticias. El primer beneficio debería ser para los pescadores y sus familias, no para gente que tiene todo en la palma de la mano, para hacer y deshacer a su modo y conveniencia jugosos negocios, en este caso, con cientos de ribereños que han dejado su vida en el mar.
Es hora de que al pescador se le reconozca y que se proyecte no solo un seguro de mar, una póliza de vida, y un beneficio a corto, sino a mediano y largo plazo.
Sobre el negocio de pepino de mar, ha alcanzado dimensiones millonarias, el kilo del pepino crudo llega a costar hasta 150 pesos. Si se “sancocha” (cocido) el precio puede llegar hasta los mil o mil 400 pesos. Este producto alcanza hasta los tres mil dólares el kilogramo en Hong Kong y en China.
Esto ha generado la presencia de pescadores furtivos armados, que han reemplazado gradualmente a los pescadores locales. Choques entre diferentes grupos de furtivos y pescadores legales son constantes.
Los pescadores furtivos se sofisticaron, se armaron y ganaron la partida a humildes pescadores, que han seguido dando la batalla en condiciones desiguales. Si antes eran vecinos de municipios colindantes que se colaban para apropiarse de lo que San Felipe había protegido, ahora son trabajadores contratados por grandes empresarios. Algunos de ellos armados.
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