#EnPortada | EDITORIAL: MISERIA
A unos meses de que Vila cumpla cuatro años al frente del gobierno de Yucatán, diversas asociaciones civiles y campesinas denuncian que la pobreza y falta de vivienda siguen creciendo en la entidad, casi a la par del incremento de gastos para impulsar la imagen del ególatra gobernador que decidió olvidar a los que más necesitan.
“No puede haber dos yucatanes”, mencionó el gobernador Mauricio Vila durante su Tercer Informe de Gobierno. Pero en lugar de reducir la pobreza y marginación, la brecha entre la autonombrada casta divina y la originaria población maya, se ha ampliado a niveles nunca vistos.
Incluso, el afán del gobierno yucateco de negar en los discursos oficiales la realidad de la miseria extrema, sucumbe en las calles de la ciudad de Mérida que además se llena de baches y basura.
Y la realidad golpea la imagen publicitaria que venden, cuando en la capital del Estado las ancianas mayas lastimosamente caminan por los pisos enlodados y suplican por miserables caridades, cuando se ve a mujeres jóvenes que se prostituyen en las cantinas, cuando aparecen niños callejeros que duermen entre basura y se drogan a todas horas, los vagabundos extraviados de sus facultades mentales que beben de los charcos y comen de las cloacas.
No se necesita ir lejos del Centro Histórico para constatar que la miseria se encuentra a la vista del público, pero que los advenedizos políticos yucatecos pretenden vender publicitariamente, por las electorales intenciones de Mauricio Vila y de Renán Barrera, como una ciudad justa del mundo globalizado.
Incluso, el exsecretario de Desarrollo Social, Roger Torres Peniche, tuvo que reconocer que en el último censo, Yucatán pasó de 993 mil 200 pobres que representa el 44 por ciento en 2018, a un millón 156 mil 900 en 2020, observando que la cifra ascendió a 49.5 por ciento, es decir, 164 mil yucatecos más pasaron a vivir en situación de pobreza, con rezago educativo, carencias de servicios de salud, sin acceso a seguridad social, vivienda o servicios básicos y a una alimentación que adolece de ser nutritiva y de calidad, todo esto durante los primeros años de la administración de Vila.
De igual forma, es importante ver lo que ocurre al interior del Estado, donde la pobreza avanza hacia la indigencia; valga como ejemplo, el caso de Tahdziú, que aún paga la opresión desde los tiempos en que apoyaron con firmeza el levantamiento maya encabezado por Jacinto Canek en Cisteil.
Sin lugar a dudas, la primera indignación seria y responsable ante una situación de graves carencias económicas y permanentes abandonos sociales, es la manera brutal y despiadada en que los más pobres son despojados de sus tierras para convertirlos en indigentes que recorren los municipios y las comunidades de Yucatán.
Tahdziú, a pesar de no alcanzar ni siquiera mil 500 habitantes, tiene niveles de pobreza que, de acuerdo con informes de la Secretaría de Desarrollo Social de Yucatán, son comparables con los de varios países africanos con rezagos profundos en ingreso, alimentación, educación, vivienda y salud.
Y ya tomado el campo por los despojadores de tierras coludidos con el gobierno, ahora se pretende dar un golpe salvaje a los más de 40 mil trabajadores del Gobierno del Estado de Yucatán que tiemblan por las jubilaciones de miseria que perfila la nueva Ley del ISSTEY iniciativa impulsada por el gobernador Mauricio Vila, que, de entrada, prevé que la edad de jubilación aumente de 60 a 65 años, los años de servicio de 30 a 35 y las aportaciones de los trabajadores pasarán del ocho al 15 por ciento de su salario de cotización.
Dicha iniciativa –cocinada por diputados del PAN Yucatán y sus aliados– establece un “sueldo regulador” para calcular la pensión de trabajadores con 65 años de edad y 30 años de servicio.
Y aunque no tienen la culpa los trabajadores yucatecos del saqueo realizado a las finanzas del ISSTEY, la zozobra y enojo invaden a miles de trabajadores estatales por el mazazo que recibirán de parte del patrón-gobierno, pues es un hecho que dicha iniciativa será aprobada por la vía rápida con el voto de los diputados del PAN y sus aliados.
Y mientras la clase política se enriquece aplicando su fórmula de desempleo, despojos de tierras, salarios de hambre, ahora preparan la estocada final con jubilaciones de miseria que permita a la “casta divina” ser más rica a costa de una sobreexplotación mientras los más pobres engrosan las filas del “otro Yucatán”, el que está en el abandono y olvido del actual gobierno.
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