#EnPortada | ENTRENADORES CUBANOS DESPLAZAN A YUCATECOS
Mérida.- Los entrenadores cubanos contratados por el Instituto del Deporte del Estado de Yucatán (IDEY) que no cumplen su función y por el contrario se ven envueltos en malas prácticas, afectan a los atletas al disminuir su rendimiento y pone en desventaja para obtener empleo a entrenadores yucatecos, subrayó Ingrid Patricia Medina Canché, tres veces medallista de halterofilia.
“El atleta depende del entrenador y puede ser disciplinado, pero si no tiene su apoyo como debe ser, entonces su proceso y programación se ve afectado, llegando incluso a fracasar, ya que los malos tratos pueden llegar a minar su autoconfianza y su desempeño, porque el entrenador da la pauta para ir avanzando en los entrenamientos para llevar una buena preparación para las competencias”, afirmó.
La deportista de 20 años de edad, que practica la halterofilia desde hace cuatro años, ha participado en varias competencias estatales, en las que ha obtenido tres medallas: “hace dos años quedé en primer lugar en la competencia estatal en la Categoría 55 kg Sub-18; en el campeonato nacional ‘Miguel Medina Gutiérrez’ del año pasado obtuve el segundo lugar en la Categoría 55 kg Sub-20 y en el estatal de este año quedé en tercer lugar de esa misma categoría”.
“Deberían dar prioridad a los entrenadores locales, porque, así como los atletas representan nuestro estado, los entrenadores también pueden representarlo”, afirmó, luego de reconocer que en Yucatán existen entrenadores con probada capacidad y experiencia, por lo que deberían ser tomados en cuenta para la preparación de los atletas y no padecer el desempleo; sobre todo en esta época que se vive un periodo difícil para la economía no sólo en Yucatán, sino en el mundo entero.
Ingrid Medina, que actualmente estudia el segundo semestre de la carrera de Fisioterapia y Rehabilitación, dijo que, en un futuro —cuando deje de practicar la halterofilia, que es su pasión— le gustaría ser entrenadora y llegado ese momento, sería injusto que teniendo toda la capacidad y preparación la hagan a un lado, así como a otros entrenadores yucatecos que muchas veces tienen un mejor desempeño, toda vez que muchos medios han documentado demandas por acoso y hostigamiento a varios extranjeros cubanos contratados por el IDEY: “Sería muy injusto, no debería ser así, si una persona no tiene la capacidad para desempeñarse en una función, no debería comprometerse a hacerlo”.
Y es que el convenio que tenía como objetivo mejorar el rendimiento de atletas locales no lo ha logrado, ya que los entrenadores cubanos se han visto envueltos en una mafia amparada por el IDEY, y Sol Yucatán le ha dado puntual seguimiento, pues muchos de ellos no cuentan con la capacidad requerida y aun así cobran sueldos de entre $20 mil y $25 mil pesos al mes, además de pagarles renta de vivienda, boletos de avión y hospedaje: mientras que a los entrenadores yucatecos les niegan todos los apoyos.
Este rotativo ha dado cuenta de que el titular del IDEY, Carlos Sáenz Castillo, protege a una mafia cubana de entrenadores encabezados por el metodólogo José Carret Vázquez, que hace convenios turbios, lejos de procurar el bien para el deporte yucateco, tal como lo prueba los casos de José Luis Núñez García y Valía Jiménez Ortiz, entrenadores de gimnasia de trampolín demandados en 2014 y 2015 ante la Fiscalía General del Estado y en la CODHEY por agredir verbal, físicamente y psicológicamente a niños, además de acosarlos.
Esta mafia de entrenadores y metodólogos cubanos que opera en Yucatán, en lugar de engrandecer y aportar al deporte yucateco han llegado a trabajar en asuntos personales y no cumplen los objetivos del instituto; sin embargo, esto sucede desde 1981, cuando la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) firmó un convenio con Cuba para que entrenadores cubanos vinieran a aportar sus conocimientos a México y se formalizó oficialmente en 1982.
El convenio firmado obligaba a la CONADE a entregar directamente el 70% restante de los sueldos de los entrenadores al gobierno cubano, lo que (para empezar) es un «sucio» juego de poder. Este porcentaje fue establecido desde los primeros convenios firmados por Mario Vázquez Raña y el régimen castrista.
Por ello, en los diferentes Institutos del deporte, donde oficialmente trabajaban unos 40 entrenadores cubanos, siempre depositaban sus salarios mensuales a una cuenta del gobierno cubano. Los entrenadores únicamente reciben comida y sustento y el gobierno cubano les deposita a ellos sólo una mínima cantidad de los salarios pactados.
Esto obligaba al Comité Olímpico Mexicano a aceptar a entrenadores y atletas cubanos a realizar campamentos con sus selecciones nacionales y México costeaba comida y hospedaje, ventaja que Cuba aprovechó muy bien, ya que sus atletas cubanos sobresalieron y ganaron competencias mundiales, situación que no pasó con las selecciones de México.
Esto significa que los entrenadores que llegaban no cumplían los perfiles para atletas de élite que México requería para que sus atletas llegarán a niveles competitivos de alto rendimiento. Por tal motivo, cuando en marzo de 2016 se renovó el convenio, entre los puntos principales se comprometieron a buscar talentos a temprana edad, consolidar el alto rendimiento y la formación de entrenadores que atenderán las escuelas con temas de educación física.
Y aunque se estableció que cada año serían evaluados los entrenadores cubanos, para cambiar a quienes no dieran los resultados esperados, lo cierto es que se quedaban en el país aprovechando que ya estaban fuera del país isleño.
En el caso de Yucatán la situación es pésima, ya que envían malos entrenadores con un currículum maquillado a México, con tanta libertad y comida que no tenían en Cuba y así empezó la mafia cubana en el Estado y para muestra un botón: Narciso Boué García, conocido entrenador que en lugar de cumplir a cabalidad su encargo en el IDEY, donde recibe pago de tiempo completo, anda en el gimnasio como entrenador personal de la damas del Club de Golf La Ceiba.
Otro caso destacado es el de los entrenadores Randy Boue Pérez y Ángel Cabrera, quienes dan clases a los niños de atletismo, pero lo combinan con prácticas personales que cobran hasta 3 mil pesos, pero usan las instalaciones del Estadio Salvador Alvarado; así como Ramón Martínez Jiménez, entrenador que se ausenta durante meses del estadio Salvador Alvarado y deja de entrenar a los deportistas de alto rendimiento, ya que la gran mayoría del tiempo se la pasa en la Universidad Marista y olvida la responsabilidad que tiene con el IDEY, que le paga muy bien.
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